Bollywood ¡Allá vamos!

Índice

  1. ¡Nuestra Primera experiencia Bollywood!
  2. La entrada al país
    1. OOty, la cuna de Tollywood
  3. Mumbay, hacia el estrellato
    1. Los trenes de cercanías: una experiencia religiosa
    2. En el Set de Rodaje
    3. Sharuk tendrá que esperar
  4. Aumentando mi cache

1. ¡Nuestra primera experiencia Bollywood!

Año 2002. Todo empezó en un caluroso día de una avanzada primavera en Barcelona.

Me encontraba por aquel entonces dando cobijo a una recién desalojada Ruth que se había metido de ocupa en mi apartamento una temporada hasta encontrar piso de alquiler, algo que no parecía fuese a suceder muy a corto plazo.

Estábamos disfrutando de una exquisita sesión gastronómica de fin de semana en la terraza de mi pequeño y soleado ático de Barcelona, con unas magníficas vistas del castillo de Montjuich descansando a lo lejos, mientras degustábamos un humeante cortado descafeinado que invitaba a una siestecita y no tener que luchar contra el sopor post ágape.

Ruth decidió ir a tumbarse un rato, cumpliendo con la tradicional siesta que mandan las buenas costumbres, pero a mis manos había llegado una copia barata de una película de Bollywood rescatada de entre alguna de las miles de polvorientas estanterías de un video club Masala del Raval y como el calor no me dejaba dormir, coloqué la cinta en el video, hice unos trakkings hasta que conseguí enfocarla medio decentemente y me dispuse a verla (hay que entender que era un DVD… ahora me doy cuenta de que empiezo a ser de otra época)

La carátula estaba escrita a mano en un vulgar post it con un “Kuch Kuch Hota Hai”, como título, lo bastantemente sugerente y exótico para saciar mi curiosidad. Después de un tiempo pude saber que se trataba de una de las películas más vista y de más éxito en India, equivalente a nuestro Trilogía de los anillos, al menos en cuanto a duración se refiere… aunque en una sola entrega….

Así de esta forma tan simple descubrí Bollywood: La productora de cine más grande del mundo con la edición de casi 2.000 películas al año que son vistas en más de la mitad de los países del mundo: India, Sudeste Asiático, Oriente Medio y gran parte de África, más las numerosas colonias de inmigrantes hindúes diseminadas por los países occidentales como Canadá y Gran Bretaña. Increíblemente superan más que con creces a nuestro casi exclusivo Hollywood.

La copia era tan precaria que casi no podía ver la película.

La propaganda, que no podíamos, precisamente, calificar como subliminal, pertenecía al pirata del videoclub de Lahore que la grabó directamente del cine a su video cámara casera y que correteaba por toda la pantalla sin piedad, con rótulos fosforescente que anunciaban su negocio, desplazándose de arriba abajo, de derecha a izquierda, en diagonal, tapando todo lo que encontraba a su camino; y donde además se podían escuchar de fondo y con todo detalle las risotadas y toses tísicas de los asistentes.

Estaba tan alucinada que no podía parar de pensar que no podía ver todo esto yo sola.

Sentía la imperiosa necesidad de compartir lo que estaba viendo con mis amigos y decidí llamar al fácilmente pervertible Carlos, al que conseguí engatusar diciéndole que viniera “ipso facto” a casa, sin preguntas y con una botella de buen vino tinto bajo el brazo, que hiciese las veces de anestesia para hacer todo esto más llevadero.

Desperté a Ruth e hice sitio para los tres en el sofá dejándolo lo más cómodo posible, con mulliditos cojines destinados a amortiguar las duras horas que se nos avecinaban.

Comenzamos a ver la película de nuevo a eso de las 6 de la tarde, entre los diálogos ininteligibles en Hindi de los actores y el continuo comentario de “inconmensurable“ del sorprendido Carlos, que no daba crédito ni a sus ojos ni a sus oídos.

¡¡¡¡¡Era nuestra primera experiencia Bollywood!!!!!

No podíamos apartar la vista de la pantalla ni un solo momento.

Todas esas secuencias con vivos colores, música pegadiza entre moderna y étnica, una historia de 4 horas de lo más predecible donde, de hecho, no hacían falta ni subtítulos para entenderla, la voz de falsete de las actrices, el rítmico sonido de la tabla inundando las melodías, los 400 actores en la misma secuencia (que aún nos preguntamos cómo se lo montaban para caber todos bailando al mismo tiempo y sin salirse de la pantalla), cambiándose hasta 5 veces de vestuario en la misma toma pero siempre perfectamente enconjuntados, minifaldas de un tamaño impensable en India, ¡¡¡ No no y no!!!! Las chicas tan elegantes y hermosas, los galanes tan caballerosos y apuestos, los niños tan aplicados, los padres tan comprensibles, los malos tan malos y los buenos tan buenos.

Unos extensos guiones donde en esas interminables 4 horas de media muestran todos los géneros habidos y por haber: drama, comedia, terror, musical, inventado etc, en una historia de tal candidez, que logró despertar en nosotros un mejunje de sentimientos entre inocencia, vergüenza y una gran dosis añadida de toque Kish…….A eso de las 9 de la noche hicimos una parada para irnos a cenar con unos amigos y tras unos bailoteos en una fiesta privada, regresábamos cuando empezaba a despuntar el alba, nos miramos cabizbajos y asintiendo al unísono subimos silenciosamente al apartamento decididos a  acabar de ver la película antes de que empezara un nuevo día.

Definitivamente nos habíamos vuelto locos.

Nada más acabar y enjuagándonos algunas lágrimas que brotaban desconsoladas de nuestros ojos por el apoteósico y romántico final, decidimos rotundamente ir a la India ¡¡¡ a la conquista de Bollywood!!!

2. La entrada al país

Me gusta ponerle títulos a los viajes que voy a realizar, algo motivador y que me recuerde la intención del mismo… y este no iba a ser menos: Expedición Kutch Kutch Hota Hai es el que escogí, con Mumbay como meta hacia el estrellato.

Aterrizamos tras 9 cómodas horas en bussines class (privilegios puntuales de una agente de viajes), en el húmedo y pegajoso aeropuerto de Chennai donde nada más llegar nos vimos atrapados en una de esas interminables colas; ya que en India todo va a proporción, 1200 millones con su tanto por ciento de gente en las colas.

Al final conseguimos nuestro sello de entrada al país, las maletas y el servicio de taxi prepagado indispensable para no pelearse con todos los taxis y autoricksaws del país, que se enfrascan en ese frenético regateo que les caracteriza con una facilidad agotadoramente pasmosa.

2.1. Ooty, la Cuna de Tollywood

El viaje a la fama vino precedido de 2 meses que pasamos paseando por las provincias del sur, donde no me extenderé mucho. Solo un pequeño inciso para explicar que nos paramos en Ootacamund, más popularmente conocida como Ooty,  Es lo que en India llaman una Hill Station, una estación de montaña, que básicamente sirve para huir de las tórridas tierras bajas. Es un destino popular y curioso al que acuden miles de parejas en su luna de miel, debido a su agradable clima, con un frío que pela según mi barómetro particular.

 Una de las visitas populares por estos lares es visitar el “shooting place”, un lugar en medio del monte donde las empresas cinematográficas acuden a rodar parte de sus exteriores, ya que tiene un cierto toque parecido a Suiza por el fondo de sus montañas. En esta parte del país hay un cine independiente, también de gran audiencia, al que llaman cariñosamente Tollywood, ya que pertenece al estado de Tamil Nadu. Con un tipo de películas que tinta todo, a través de diferentes artimañas, de propaganda política camuflada en sus diferentes mensajes a las masas, con guiones donde básicamente tocan temas de la mitología hindú tradicional o donde aparecen miles de situaciones en donde las castas bajas de trabajadores proletarios siempre acaban ajustando cuentas con las villanas castas altas explotadoras.

La música es más estridente si cabe, las mujeres tienen una voz un pelo más chirriante, el formato parece más de películas de Serie C que de B, el color anda obsoleto, y los galanes llevan bigote y están bien entraditos en carne, justamente en una parte del país donde están bastante estilizados.

3. Mumbay hacia el estrellato

En la solitaria estación de tren conocimos a unos españoles, Laia y Javier, que estaban viviendo en Pune dedicándose a la difícil tarea de hacer traducciones de sánscrito. Laia nos comentó que había colaborado anteriormente en la elaboración del primer diccionario catalán-sánscrito.

Sorprendentemente encontré una competidora a la altura en el arte de coleccionar todos los cd que caían en nuestras manos con las canciones más taquilleras de bollywood. Su ajuar superaba con creces al mío, ya que yo solo era una novata recién llegada. Martilleamos sin compasión los oídos de Carlos y Javier, que no entendían de nuestra devoción por esa música a la que encontraban estridente e insoportable.

Les hicimos partícipes de nuestros próximos planes de triunfar en el mundo cinematográfico y de ahí nuestras ansias de llegar a Mumbay.

Llegamos por fin, después de 14 horas de tren desde Goa. Estos trenes diurnos, te dejan molida, pero empiezas a entender como esta gente coge tanta flexibilidad después de intentar amoldarse 8 personas en el sitio donde solo caben naturalmente 3 y con 4 mil posturas diferentes para conseguirlo… ¡ puro yoga!

En esta fase del viaje, ya empezamos a mejorar nuestro básico vocabulario de hindi que pasaba de los básicos saludos como el Namaste (hola) y fórmulas de cortesía y presentaciones varias, hasta ir ampliándolo con frases tales como “ Que miras?…te voy a sacar los ojos!!”, dedicado a esos tipos que se quedaban boquiabiertos mirándote fijamente; o la frase que en más de una ocasión nos salvó de ser acosados constantemente por algunos de los niños de las calles de las grandes ciudades  que pretenden hacerte creer que tienen hambre y que después de practicar con ellos el “Soy una guiri loca y como niños”,  ver como por un segundo se les abrían los ojos como platos y dudaban si les había dicho exactamente lo que habían oído, para seguidamente comenzar a desternillarse de la risa como locos y salir despavoridos como almas que pilla el diablo…  y así pasamos a entender las simpáticas dotes de cuentistas que tenían.

Fuimos ampliando las frases en lo que pasamos a denominar “Usefull hindi to survive” (Hindi básico para sobrevivir). Tantas horas de tren pueden empezar a desquiciar a cualquiera.

La llegada a Victoria Station es apoteósica. En una ciudad, ya de por si superpoblada, con alrededor de 20 y tantos millones de habitantes, la segunda ciudad con más habitantes del planeta, y que te da la impresión de que al menos 1 millón de ellos se encuentra reunido en esa estación para darte la bienvenida. Esparcidos por los suelos de los andenes reagrupados en núcleos familiares con al menos 3 generaciones bien diferenciadas en cada uno y con una media de 7 componentes por grupo, tendidos sobre mantas y con miles de fiambreras y botellas recicladas de Cocacola y Fanta tamaño familiar, con el plástico desgastado y rellenadas con agua de grifo, a saber, cuantas veces ya.

Obedientemente, siguiendo los consejos de los miles de viajeros que ya habían pasado por aquí, nos montamos en un taxi los cuatro y le indicamos al chofer que nos llevara hasta el barrio de Colaba, en pleno centro, cerca de la Puerta de La India.

Intuía que la fama nos estaba esperando.

Nos dejó en la calle principal y decidimos entrar en el primer hostal que vimos para echar un vistazo. Detrás de la minúscula recepción estaban milagrosamente encajados 3 adolescentes que parecían estar esperando nuestra llegada. Nada más decir nuestro Namaste ritual, uno de los chicos saltó fuera de la recepción y se plantó frente a nosotros. Echándose mano al bolsillo trasero de sus ajustados Levis, cogió una tarjeta de visita que decía “Cute Look”, y con sus aires de profesional del sector, y con una pose estudiada de bollywood, nos preguntó: – quieren participar mañana en una película muy importante???. – Siiiiiiiiiii,!!! contestamos coreando al unísono. Y sin ni siquiera esforzándonos en buscarlo. Laia no salía de su asombro y vio que todas las fanfarronadas que le había contado en el tren se estaban cumpliendo, gracias a Dios para mi reputación de parlanchina.

Yo seguía sonriéndome por la situación y por el aspecto de aquel muchachito, que con no más de 17 añitos, ya llevaba una camisa con motivos llamativos abierta hasta la mitad del pecho, el pelo estrictamente cortado, peinado con un toque de aceite para darle brillo.

Quedamos que nos pasarían a buscar a las 8 de la mañana.

Y por fin llegó El gran día esperado. Puntualmente a las 8 o quizás eran las 9, creo que no adaptaron la estricta puntualidad británica a sus husos y costumbres, nos pasaron a recoger en una furgoneta. El resto de los extras eran Rusos. Luego descubrimos que los rusos tienen copado el mercado de extras en estas películas, pero no me quedó del todo claro si es por los escasos 10$ que te pagan al día y que no te dan para sobrevivir en esta ciudad o porque simplemente les gusta salir en pelis. De los 40 extras eramos 2 ingleses, 2 españoles, 1 brasileiro y el resto rusos.

Nos llevaron hasta la estación de Churchgate, donde tomamos el tren hasta la estación de Borivaly.

3.1. Los trenes de cercanías: una experiencia religiosa

Los trenes de cercanías de Mumbay, son una experiencia diferente del resto de trenes del país. Me lo habían explicado en alguna parte del viaje, pero por alguna extraña razón yo lo había borrado de mi mente, no dando crédito a lo que consideré una leyenda urbana, pero que lo sufrí en mis propias carnes y que aun a veces se me ponen los pelos de punta solo de recordarlo. Entramos en el vagón y al ser la primera estación de salida, disponíamos de todos los asientos. Había más gente local sentada entre nosotros y empezamos a entablar las amistosas y reiteradas conversaciones de siempre:

– whats yuurrr name, whats yurr cauntry name???, arrrr yu married?? No??? Children??? No???  Why?? Entonces para que sirves????……

– Cabrón….

El tren empezó a atiborrarse de gente y ya casi no había espacio entre las personas.

Llegando a nuestro destino, el señor que había a mi lado me sugirió que, si me bajaba en la siguiente parada, ni se me ocurriera moverme hasta que el tren se hubiera detenido, hubiera abierto sus puertas, y la gente de la estación hubiera entrado. Yo pensé que se había vuelto loco y que no nos daría tiempo a salir, así que le agradecí el consejo, y obviando sus sabias palabras nos levantamos y nos encaminamos, entre empujones, hasta la puerta de salida.

A medida que nos íbamos acercando a la parada, misteriosamente la gente empezó a pegarse a las paredes y a crear un gran agujero en el centro del vagón, alejándose de las puertas. Yo estaba plantada en la puerta opuesta alucinando de los movimientos de la gente, que estaban creando espacio donde parecía no haberlo y sin un motivo aparentemente lógico. Pero es que India siempre supera la barrera de lo lógico.

Llegamos a la estación y tras una parada un tanto brusca y el típico chirrido de vías, se abrieron las puertas y hubo un gran estruendo inesperado, una gran marabunta de incontables cuerpos incontrolados comenzaron a entrar de sopetón a empujones llevándose por delante todo lo que se les interpusiera en su camino, entre otras cosas uno de mis zapatos. Todo pasó muy rápido y parecía que no iba a acabar nunca, pero gracias a alguno de esos miles de dioses bondadosos, una vez todos dentro, parecieron calmarse. La gente sentada que tenía que salir, empezaron a levantarse, y cada sitio que se vaciaba se volvía a ocupar con la velocidad de la luz. Una vez todos recolocados, milagrosamente recuperé mi zapato y salí como pude de ese convoy de locos, con algunos golpes en mi estómago y algún que otro morado de recuerdo.

3.2. En el Set de Rodaje

Fuera nos estaba esperando otra furgoneta que nos llevó entre los estrechos senderos del PN de Sanjay Ghandhi hasta el lugar del rodaje.

Estaba integrado en plena naturaleza. Ahí nos enteramos de que la película se llamaba Charas (Hachis) y nosotros, mala influencia extranjera para la casta sociedad hindú, formábamos parte de los hachiseros del grupo de los traficantes de drogas y fumetas, con base en unos laboratorios ilegales escondidos en alguna selva tropical. Yo solo imaginaba la cara de mi familia viéndome actuar de porretas en la otra parte del mundo.

El actor principal era Irphan Khan (la Vida de Pi 2012), pero todavía no se había hecho famoso por aquel entonces.

Los malos tenían mucha pinta de malos, con el pelo teñido de rojo, mantas de lana raídas sobre los hombros, barba de tres días y con el pelo desordenado.  Los galanes, todos con jeans último modelo, impecablemente peinados, una cinta rodeando su frente al estilo Fama, con una leve cicatriz en la mejilla emulando valentía y limpios limpios limpios a pesar de llevar varios días en esas supuestas densas y calurosas junglas persiguiendo peligrosos traficantes, entre tiros, tiros y más tiros.

La mayor parte del decorado estaba encima de un río, con pantallas gigantes por doquier para dar más luz y enormes rocas que hacían a la vez de perfectos sitios de camuflaje en los tiroteos, un montón de cintas colgando de palos clavados en el suelo, supongo para dar movimiento, colorido y un aspecto un tanto hippy al lugar y de fondo varias construcciones de madera que hacían de cuartel general de los bandidos con el laboratorio para fabricar las drogas, la sala de control con decenas de computadoras y mapas mundi, supongo para la difusión de la misma a gran escala. ¡¡Nos estábamos enredando en una gran red de distribución mundial!!

Del interesante día de rodaje sacamos las siguientes conclusiones: parece que para las escenas de acción no usan guion específico porque van inventándose las escenas según el guionista se inspira con el decorado. El especialista repetía hasta 5 veces las tomas de acción, estilo rodar por las rocas,  golpes varios entre actores con poses estudiadas ante las cámaras, hasta que el actor principal, resguardado a la sombra, lo entendía y procedía con la escena real. Saltaban por tejados, caían de los árboles, morían en el campamento y fuera de él, aquello parecía una masacre a gran escala, algunos actores juraría que morían en varias escenas y con la triste conclusión de que nosotros duramos literalmente, lo que el apuntador. En lo que tenía que ser nuestro momento estelar para salir catapultados a una abrumadora fama, nos metieron un tiro entre ceja y ceja y caímos acribillados a balazos en el río en menos de lo que canta un gallo.

La escena más divertida la protagonizó un ruso, como no, ya entradito en años y tan ambientado en el papel que parecía haberse quedado anclado en la fase flowerpower de los 70, con su larga melena canosa recogida en una coleta. Parecía realmente que estuviera consumiendo alguna de las sustancias que andábamos fabricando en aquel laboratorio improvisado, vestido con harapos de mercadillo hindi y que no cesaba de hacer rodar en sus manos a toda velocidad dos bolas chinas, de esas que cuentan que son para templar los nervios, pero que al director parecía empezar a sacar de sus casillas. Después de que el coordinador intentara arrebatarle las bolas en repetidas ocasiones entre escena y escena, en la que lo vimos morir en varias ocasiones y posiciones sin acabar de convencer al director. Por fin, allá en el veinteavo intento, escuchamos el tan esperado “action” y el tipo se guardó las bolas rápidamente en el bolsillo, empezó a hacer ver que corría a cámara lenta, como si hubieran ralentizado la escena, pero no!!! era el tipo que corría a esa velocidad ¡!! y se dejaba caer aún más lento sobre las rocas con un rictus sobrecogedor de dolor por las balas que le estaban encasquetando por la espalda, se descolgó por la roca principal y por fin lo vimos morir con su media coleta dramáticamente sumergiéndose dentro del agua. Casi me dio un pasmo y los grandes esfuerzos que estaba haciendo por no soltar una carcajada y cargarme medio día de rodaje

Reconozco que nos sirvieron un catering digno de reyes, picante como un demonio y por supuesto para comer con nuestros propios deditos a lo que ya estábamos agradablemente acostumbrados.

Después de la agotadora jornada de rodaje, andaban los rusos peleándose por su sueldo del día, que yo hasta hubiera hasta pagado gustosamente por acudir. Nos retribuyeron religiosamente con las 500 rupies pactadas y no nos llevaron más que hasta la salida del parque nacional. Nos soltaron una rupies más  para pagar el transporte de vuelta  y nos indicaron el camino de regreso para coger de nuevo el tren del infierno….pero esta vez íbamos preparados.

3.3. Sharuk tendrá que esperar

Volví tan flipada de la experiencia, que solo pensaba en repetir…y mi talante ambicioso, quería hacerlo, a ser posible, con el galán de moda del que me había enamorado perdidamente, Sharuk Khan. No creo que sea el más atractivo de los actores de Bollywood, pero fue como el primer amor, mi primer galán de película y que había inspirado toda esta odisea de viaje.

Y me conseguí un agente… si si como suena….

Pasamos los últimos días de Carlos, paseando por la ciudad, a la espera de su marcha y a la espera de que llegara el relevo, mi madre y mi madrina, que venían a acompañarme en esta aventura mochilera.

Y se obró el milagro, la última tarde de Carlos en Mumbay, tras una larga conversación con el dueño del cyber, mi nuevo agente, ¡había por fin conseguido mi tan anhelada oportunidad de rodar una película con Sharuk Khan!, bajo la condición de que tenía que comprometerme para los siguientes 6 días.

De extra, por supuesto, pero donde podría lucir esos llamativos vestidos y bailar al son de la música… algo más acorde con mis nuevos adquiridos gustos Kisch y con mis sueños de fama…

No podía creer que eso me estuviera pasando a mí y en ese preciso momento. Ellas no se querrían quedar ni locas una semana estancadas en Mumbay, ni yo les haría tal desplante, así que con una gran pena para mis adentros rechacé la tentadora oferta. Sharuk tendrá que esperar.

4. Aumentando mi cache

Pasaron varios años antes de regresar a India, durante los cuales estuve rozando la obsesión por estas películas. Mientras las devoraba iba detectando que, realmente, el más profundo de mis deseos, era poder salir en una película, pero con esos maravillosos vestidos de colores y pedrería.

Asi que aprovechando uno de los viajes que estaba guiando, prolongué mi estancia. Reservé una plaza en un centro de Meditación Vipassana en Gujarat, pero como eran demasiadas horas seguidas en tren, decidí hacer una parada de 1 día en Mumbay, a medio camino…. ¿Y, que se puede hacer en un solo día en Mumbay? …¡¡ exacto!! Rodar una peli, …. que me lo has quitado de la boca.

Esta vez decidí alojarme en el Salvation Army, un hostal católico que tiene muy buena reputación en seguridad, esta super bien situada en medio de Colaba. Es muy barata y es como un pequeño oasis donde no acosan a los turistas…. Tanto es así que, al ir a entrar, en la calle, frente a la puerta, había otro cazatalentos… aunque más que talento lo que buscan son caras occidentales y a ser posible rubias… y yo cumplo ambos requisitos.

Me explicó que buscaban extras para una peli que protagonizaba Jackie Shroff, un actor clásico bastante conocido… y me prometió ¡¡ un vestido bonito!!

Como tienen prohibida la entrada al hostal, me preguntó si yo podía entrar a convencer a 4 chicas más, teníamos que ser 5, asi que, subiendo las escaleras de 2 hasta el comedor, ahí sentadas vi a mis víctimas. 2 Australianas y 2 francesas a un par de días de volver a casa tras 6 meses que permite el visado… el target perfecto.

Al principio se hicieron las remolonas, pero explicándoles mi anterior experiencia y el gusanillo que se contagiar, las convencí en menos de 5 minutos.

Y esta vez nos trasladaron a un campo de golf. Al llegar, ¡¡teníamos camerino!!, una rulot a la que nos hicieron entrar y ahí estaba toda la indumentaria bien puesta sobre un sofá … y casi me da un colapso al verla. Una mini falda plisada blanca como las antiguas de jugar al tenis, un corpiño de gasa blanco transparente que dejaba ver la ropa interior que eran unos tops verde pistacho, unos calcetines blancos de tenis y zapatos de tacón, tacón bajo, pero tacón!! Por dios…entre mis vestidos anhelados y esa barbaridad hay un buen trecho.

Ese mismo día por la mañana, había llevado toda mi ropa a la lavandería y me deje puesto el bikini, que por suerte era verde…. Digo suerte porque los tops que allá había no creo que hubieran dejado mucho a la imaginación. Me negué a ponérmelo y me quedé con mi bikini que daba el pego.

Nos explicaron la toma. Éramos señoritas de compañía… íbamos subiendo el cache… a mí me hicieron conducir un cochecito de golf, posamos bebiendo lo que simulaba bebidas tropicales y al final salíamos apoyadas sobre un enorme Hammer como tías buenorras.

El actor principal, es bastante conocido allá… tipo Dustin Hofmann… y era todo un caballero. Un par de veces le señalé que me encantaba el collar que llevaba y me prometió que al acabar el rodaje me lo haría llegar… y así lo hizo

Im -pre -sio- nan- te.

Pasamos un día muy, pero que muy divertido riendo y compartiendo con el resto de los actores.

Siempre pienso que la vida no manda, normalmente, los mensajes de forma directa y fácil de entender… quizás no había podido llevar un lenga (esos hermosos vestidos de colores y pedrería) en la película, pero realmente me sentí cuidada, parte de, y hasta consentida, en una experiencia absolutamente enriquecedora y única… esos otros ornamentos de la vida  que brillan con mucha más luz

Phir Milenge (hasta la vista) Bollywood.

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