El Viaje Interior

Siempre hay un viaje de esos que te deja una huella profunda, en mi caso fue tan profunda que hasta decidí dar un giro de 180º a mi vida

Índice

  1. Tailandia
    1. Acomodándome
    2. Mis rutinas
    3. Mi encuentro con Jesucristo
    4. Segundo encuentro
    5. A la Tercera va la vencida
  2. Meditación Vipassana
  3. India
    1. ¡Al Lio!

Siempre hay un viaje de esos que te deja una huella profunda. En mi caso fue tan profunda que hasta decidí dar un giro de 180º a mi vida, y el aspecto laboral es donde más acentuado se pudo ver a simple vista, porque básicamente pasé de ser guía turística a ser guía espiritual. Del viaje exterior al interior.

La semilla del cambio se gestó en Tailandia pero, no se consumó hasta llegar a India unos meses más tarde…

En esa época andaba haciendo de Guía por la India (de junio a sept) y cuando se acababa la temporada, me quedaba viajando un poco más por la zona de Asia, que me apasiona. Ese año concreto, 2004, decidí realizar lo que llamé “la ruta de los Masajes.”

Por mi mente ya rondaba la idea de ser mamá y, ser tan itinerante no lo consideré una buena opción para criar a mi futura hija, así que me enfoqué en labrarme un destino un pelo más acomodado, en un lugar donde poder anidar.

Puse la mirada en aprender Masaje Tailandés en Tailandia y Masaje Ayurvédico en India.

y esta historia empezó así:

1. Tailandia

Me enteré de que, sí te inscribías en algún curso oficial del País, que pudieras justificar, podías obtener un visado por 3 meses, en vez de 1 mes como era lo habitual. Así que me inscribí en un curso de masaje tailandés, y con el comprobante en mano, me dirigí a la embajada más cercana para obtener mi visado de 3 meses in «Paradise». Anhelando sus hermosas playas en las que perderme después de la intensa temporada guiando por India, entre el calor y el trabajo que dan los grupos.

1.1. Acomodándome

Así que, al finalizar mi época laboral, puse rumbo a Tailandia y en concreto a Chiang Mai, a 1 de las 2 escuelas más populares para aprender esta milenaria técnica de masaje.

Como tenía que dedicarle un poco más de un mes al curso, conseguí alquilar una habitación doble en un aparthotel, con aire acondicionado (imprescindible en estos lares para no morir derretida…) y piscina comunitaria, un extra asumible, por el módico precio de €100 al mes.

Al tener una habitación doble, el tema se volvió goloso, y a  la semana siguiente se sumó a mi proyecto Elsa, una de mis compañeras de formación que, para los que sabéis de eneagrama, era una dos conservación mega princess y caprichosa, con la que compartí el lugar y los gastos.

No busqué apartamento con cocina porque la comida callejera apenas costaba 20 céntimos de euro y era casera, recién cocinada y riquísima…

Algunos aparthoteles incluían el desayuno. Yo opté por tener más espacio y comodidad, que por comer. Y cosa, que, además, me fue fenomenal porque encontré un pequeño paraíso, muy cercano a mi nuevo hogar, con decoración muy tropical y unos desayunos deliciosos.

1.2 Mis Rutinas

Mi rutina diaria, antes de ir a la escuela, era básicamente reunirnos al amanecer, unos cuantos compañeros de la escuela a practicar yoga, guiados por uno de los alumnos, un portugués profesor de ashtanga, que nos impartía una sesión de casi 2 horas diarias, incluido festivos, con la única excepción de los días de luna nueva y luna llena. Después me iba a duchar tranquilamente y a darme un homenaje de desayuno rico rico en mi nuevo rincón secreto. Al medio día, pillaba una pick up colectiva que me llevaba hasta la escuela, donde pasaba el resto del día formándome.

Mis compis del Curso

1.3. Mi encuentro con Jesucristo

Un día, a mitad de desayuno, sucedió algo un tanto extraño. Entró en el chiringuito lo más parecido a Jesucristo. Un joven australiano de unos 20 pocos años, con pelo castaño largo, barba tipo mesías. Iba vestido con ropa hippy de mercadillo con tonos anaranjados y en vez de caminar, parecía que se deslizara levitando a cierta distancia del suelo. Se movía muy lentamente. Pero lo que más me chocó es que tenía la misma aureola que lucen los santos en las iconografías. Alucinante…  Se pidió un cuenco con fruta y le veía degustar las piezas como si no hubiera un mañana. No entendía como podía mantener la misma pieza en la boca por tanto tiempo… Se me hacía tarde y me marché intrigadísima, con la suerte de que al día siguiente me lo volví a encontrar sucediendo, exactamente, el mismo ritual.

Sentía mucha curiosidad, pero me podía la vergüenza. El tercer día, por fin pudieron más las ganas, que la vergüenza y me acerqué para decirle: “quizás te parezca una pregunta extraña pero, ¿podrías decirme porque brillas? “ (la pregunta era rarita de narices, pero es que no se me ocurría como abordar ese tema de la brillantez de aureola). Me hizo un gesto para que tomara asiento, desayuné con él mientras me contaba que acaba de salir de un retiro de meditación vipassana de 40 días. Quedamos para desayunar todas las mañanas de la siguiente semana, en la que me seguía contando con todo detalle, esta fascinante técnica de meditación, que parecía, a priori, que daba mucha paz, comprensión y lucidez.

Mientras tanto mi compañera de habitación, Elsa, a la que le contaba de estos encuentros, intrigadísima y celosa como era a partes iguales, se acercó un día a desayunar con nosotros, Se llevó toda la atención de Jesucristo, seduciéndolo con sus gestos de vampiresa en celo… y al día siguiente, el tipo, dejó de brillar, volviendo a ser simplemente un apuesto australiano…¡ay! la lujuria como llega a perdernos…

Hasta aquí todo podría parecer ya de por si poco normal, pero acabé el curso, saldé mis cuenta con el apartahotel, me despedí de mis queridos compañeros de masaje Thai y me dispuse a viajar por el país, hacia mis anheladas playas color turquesa del sur.

1.4 Segundo Encuentro

Al llegar a la población de Krabi y antes de dirigirme a la guesthouse frente a la playa que me habían recomendado, pensé que el destino me estaba gastando una broma… otro tipo brillando nada más bajar del bus…a este no lo iba a ver mañana, así que me tragué la vergüenza, me volví a acercar y, de verdad, que esta frasecita me seguía martirizando porque no sabía como narices defenderla, así que de nuevo me arriesgué a preguntar: -“ te parecerá rara la pregunta, ¿pero me podrías decir porqué brillas? (¡¡es que no hay por donde cogerla!!), el tipo me regaló una gran sonrisa, se giró y me señaló el edificio que había el final de la calle, que parecía ser un templo, y me dijo: “puede ser porque acabo de salir de un retiro de vipassana de 20 días”. ¡¡La leche!! Pensé para mis adentros. Le di las gracias y me marché alucinada. Obviamente empecé a buscar información sobre retiros de vipassana por la web, que parecían estar en auge por estos lares.

1.5 A la tercera va la vencida

Al cabo de unas semanas, de vuelta ya en Bangkok, me dirigí a una de las tiendas especiales para que los viajeros podamos hacer intercambios de libros gratuitamente, así que busque el “swoping shop” de turno más cercano a mi hostel, porque ya había finalizado uno de Harry Potter que tenía entre manos en esos momentos.

Entré en el bonito recinto ajardinado, vi el tenderete con los libros y, al ir a dejar el de Harry Potter sobre el estante, ¡no me lo podía creer! justo ahí, en el centro de la estantería… parecía brillar con luces de neón…..ahí estaba… “The art of Living – Vipassana Meditation de William Hart”. Miré hacia el Cielo y le pregunté directamente al universo: ¿me estas queriendo decir algo, Verdad?

2. Meditación Vipassana

Me lo llevé conmigo, sin duda alguna y mientras lo leía, cada palabra resultaba un néctar único para mis ojos, mis oídos internos y mi corazón.

Es un pequeño libro que explora la práctica de la meditación Vipassana, enseñando técnicas para cultivar la atención plena y la sabiduría interior. Lo hace a través de la narración de las propias experiencias personales del autor y dando la explicación de los principios fundamentales de esta técnica: una combinación de instrucción práctica muy sencilla de entender, junto con unas prácticas reflexiones espirituales  muy inspiradoras de cómo encontrar la paz interior y la felicidad duradera a través de esta práctica meditativa.

Yo quería brillar igual y sentir esa paz que destilaban estos seres de aureola brillante con los que me había cruzado.

Empecé a mirar en serio la página web del centro de meditación Vipassana (www.dhamma.org) Y en ese momento me di cuenta de que obtener ese brillo, tenía un coste, ciertamente, alto y no por su precio, de hecho son cursos gratuitos (pagas la voluntad al acabar) si no, por el código de ética y las prácticas en sí.

Estas enseñanzas, en concreto, son la que siguen la tradición del maestro S.N Goenka Ji, que durante siglos quedaron ocultas en uno de los monasterios de la antigua Birmania. Guardaban celosamente las prácticas tal y como la enseño el Buda. Y así se mantuvieron ocultas, debido a las  décadas de aislamiento bajo un régimen militar que mantenía este país cerrado al resto del mundo. El país empezó a aflojar su dictadura al rededor de 1990, saliendo las enseñanzas, por fin, al mundo.

Esta técnica tiene unos códigos éticos y normas de práctica, bastante exigentes

Las que a mi más me impactaron fueron que:

Te despiertan a las 4 am

Meditas unas 10 horas de media al día, durante 10 días de 4.30 a 21.30h con paradas solo a comer y descansar algo.

No te puedes saltar ni una sesión

Solo dan 2 comidas: a las 6.30 y 11.30… en los monasterios budistas no se come después del mediodía (inventaron el ayuno intermitente 😉)

No puedes hacer yoga, ni escribir, ni leer, ni oír música, te requisan el móvil. No puedes hacer nada de nada que no sea meditar.

Por supuesto, ni fumar, ni consumir intoxicantes de ningún tipo.

Hay segregación de sexos, incluso hay entradas distintas a la sala de meditación. Las zonas de paseo y el comedor también están separados. Te invitan a que no mires a la gente a la cara para seguir potenciando el recogimiento.

No puedes llevar ropa ajustada ni provocativa y nada de contacto físico de ningún tipo con nadie.

Hay unos profesores asistentes, pero solo te dejan romper el voto de silencio si es que existe alguna duda sobre la técnica (que es bien sencilla), evitando que empieces a filosofar, y te pases de experimentar a pensar.

Trabajan tan impecablemente la comprensión de los mecanismos del ego, que no pagas al entrar, ya que te dejaría en una posición de poder reclamar, y como al entrar es gratis, uno no se puede quejar, al menos no reclamando- Sonaba bien serio el tema.… y tenía que pensármelo bien si iba a probar… así que me quedaban unos meses por delante, viajando por India, hasta acabar de decidirme.

3. India

Regresé a India por Goa. Había visto un curso de masaje ayurvédico que resultó ser un fraude, pero al menos no perdí el dinero, Me encontré con esos 20 días que iba a destinar al curso, sin mucho que hacer, cuando descubrí un centro de Yoga al lado de mi cabaña. Fui a probar y conocí al simpático Profe y a su, sobre todo, encantadora Familia, que justo enseñaban masaje ayurvédico. Se ofrecieron a enseñarme la técnica que habían aprendido de sus ancestros, mientras yo continuaba practicando yoga. Después de las lecciones, las chicas me invitaban a comer con ellas y me enseñaban a cocinar. Muchos de los días aprendiendo a hacer curris picantes como demonios (eran del sur de India). Por la tarde salía con la moto. que alquilé, a recorrer y conocer las distintas playas y los alrededores… Cyril, el profe, no había probado el vipassana, pero me animaba a hacerlo…

Aún tenía muchas dudas y como no soporto vivir en la incertidumbre, me decidí…¡¡ lo hacia!!

3.1 ¡Al Lio !

El retiro, dentro de las fechas que aún me podía quedar en India por el visado, tenía lugar en  la provincia de Gujarat, la cuna de Gandhi, bastante al norte. Pero también me atraía porque era una provincia en la que no había estado. Así que reservé plaza en el retiro, reservé el tren con una pequeña parada de 1 día en Mumbay para hacer que el trayecto no fuera tan largo, y de paso filmar una peli de Bollywood (ver entrada del Blog; “bollywood allá vamos”) y al día siguiente ingresaba en Dhamma Sindu, el nombre que recibía el lugar.

Tuve la suerte, de que este lugar estaba situado en mitad del desierto y era grande. Tenía pequeñas casitas individuales con baño, a diferencia de las que he acudido en otras partes de Europa. Lo que hizo que resultase bien tranquilo esta primera toma de contacto con la intensa práctica.

Y así….me preparé para ver como poder brillar… Sin saber todavía que estaba adentrándome en una de las experiencias más enriquecedoras y transformadoras de mi vida, de hecho, la que hizo que cambiara completamente el rumbo de mi vida…

Salí pensando para mis adentros: ….La gente realmente tiene que saber esto!!….

Me despedí de mi trabajo de guía, hice las maletas y volví a casa. ¿Por dónde empiezo?…

Continuará…

.

8 respuestas

  1. Hermosa historia… me apasionan esos momentos bisagra en la vida, que te hacen cambiar la perspectiva y marcan un antes y un después.

  2. Buen relato y mejor experiencia. Me he reído las dos veces con «la preguntita» . Impaciente por saber como acaba (conociéndote me imagino a los y las meditantes, maestro incluido, bailando una canción de Bollywood 😉

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