La romántica Luna de Phnom Penh (Cambodia)

Una romántica y tierna aventura en tierras Cambodianas.

Índice

  1. Intentando remontar mi vida
  2. El universo habla 
  3. Causalidades
  4. La llegada a Phnom Penh
  5. “Cling”
  6. Días de Vino y rosas
  7. Solo te pido la luna

1. Intentando remontar mi vida

Mi vida se estaba desmoronando por momentos, y tras un triste divorcio, decido tomarme un año sabático viajando para poder parar a escucharme y tratar de reordenar mi vida, sobre todo mi corazón… y lo que aparentemente apuntaba a una gran aventura, la verdad es que para mí la sentía más como una huida, porque no tenía ni idea de como salir de ese pozo en el que me había caído. Y en el fondo buscaba en la distancia, un poco de espacio y salir de la espiral que me tenía atrapada.

Estuve planeando una ruta de escape bien lejos de todo. Exactamente desde Indonesia a India parando por los distintos países del sudeste asiático y mientras preparaba todo, se me juntaban a partes iguales, emoción y miedo. La gente alrededor no paraba de decirme que estaba loca de irme yo sola a países que no conocía, así que estuve unas semanas bastante descompuesta, lo que hizo que el proyecto empezara a dejar de ser divertido. Y eso, la verdad, no era para nada la finalidad de todo esto, así que decidí preguntárselo al universo, que siempre me ha quitado de dudas.

2. El universo habla  

Por aquel entonces no había redes sociales, con lo que decidí enviar un mail a mis amigos y demás contactos preguntando si conocían a alguien que quisiera alquilar mi piso por 6 meses. Les di la fecha de mi salida y de llegada, y me dije que, si en una semana no recibía respuesta, es porque no tendría que ir de viaje. Las probabilidades de que apareciera alguien con esos parámetros tan acotados y en menos de una semana, parecía poco prometedor. A los 2 días me llamó mi amiga Eugenia que un muy buen amigo suyo canadiense venía justo en esas fechas a hacer un master en Esade… ¿coincidencia? 

Aun dudando del universo, le volví a tantear y envié un segundo mail preguntado si alguien tomaría el relevo de este alquiler para los siguientes 6 meses. Y a los 2 días me llamó mi primo de Zaragoza que se trasladaban a Barcelona un par de años por esas fechas, y que les parecía buena idea buscar su propio piso desde el mío con tranquilidad… Creo que el mensaje del universo fue claro y meridiano.

Ese mismo día fui a comprarme el billete de solo Ida a Bali.

3. Causalidades 

Aquí no acaba el tema, el chico que venía a estudiar Esade, venía de vivir en Cambodia, que era justo una de las paradas que iba a realizar, así que me dio un listado detalladísimo de hoteles, restaurantes, excursiones, masajes y tips que no me podía perder. Todo con lujo de detalles.

4. La llegada a Phnom Penh 

Y la llegada a Cambodia fue apoteósica. Mi madre se había apuntado a acompañarme en esta parte del viaje y tras recorrer Vietnam de norte a sur, decidimos cruzar la frontera a Cambodia, remontando el Mekong en una lancha rápida. 6 horas en una especie de patera destartalada, con un motor que hacia un ruido del demonio. Nos facilitaron cascos para amortiguar el ruido, y el respaldo de nuestro asiento en la barca era nuestra propia mochila. Un paisaje impresionante, pero realmente incomodo y desafiante. Al llegar, nos subimos al bus local para poder dirigirnos al centro de Phnom Penh. Nos sentamos en la parte trasera del bus lleno de lugareños que transportaban enormes cestas de mimbre con vegetales, huevos, gallos y gallinas, poniendo todo perdido de plumas. Venían del mercado local. Pintoresco lo era un rato. Al llegar a la estación central, mi madre se cuadró y me dijo que hasta ahí llegaba su fase mochilera de hoy y pillamos un taxi hasta la dirección que me había facilitado la persona que estaba cómodamente disfrutando de mi casa en Barcelona

5. “Cling”

Al llegar al lugar, nos encontramos que en esa calle había 2 hoteles, uno frente al otro con el mismo nombre. The Red Lion hotel. Yo miraba al uno y al otro, decidiendo por cuál empezar a preguntar, cuando, te has de imaginar la siguiente escena: estaba anocheciendo y al final del callejón sin asfaltar, se había encendido la tenue luz de la única farola de la calle, y a lo lejos, una elegante silueta se acercaba lentamente, con las manos en los bolsillos delanteros de unos tejanos levis y una camisa azul impecablemente planchada. Estaba viendo acercarse lo más parecido a una aparición divina. Un tipo imponente, de tez morena, profundos ojos color azabache, y que cada vez que sonreía, asomaba una impecable dentadura blanca totalmente alineada que desprendía destellos que sonaban mágicamente como algo parecido a “cling” (como el sonido de toque de una barita mágica)

Me quedé plantada y fascinada contemplando esa aparición, hasta que se acercó y se paró a preguntarnos sí teníamos algún problema y pude salir de ese globo en el que había caído. Empecé a balbucear como si fuera una colegiala y medio entrecortada le dije que buscaba el Red Lyon hotel. Me contestó que el hotel que yo buscaba era el que estaba a mi izquierda, se despidió saludando con esa amplia sonrisa blanca y otra vez ese hipnótico “cling” y desapareció calle abajo. Vi que entraba en el restaurante de la esquina y le dije a mi madre que fuésemos corriendo a dejar las maletas para bajar a cenar a ese restaurante.

Efectivamente ese era el hotel que habíamos reservado, con la recomendación de mi inquilino.  Nos acomodamos y tras una ducha reparadora, bajamos a cenar al restaurante. Al llegar, no había un alma. Estaban todas las mesas vacías, los ventiladores funcionando con su ruido característico de años de uso y ni rastro del apuesto galán. Suspiré medio triste y nos sentamos a cenar. Pensé que habíamos tardado demasiado y se habría ido, cuando de repente vi que se abría la puerta de lamas abatible tipo far west que daba acceso a la cocina del fondo, y aparecía esa seductora silueta de nuevo, con ese caminar como a cámara lenta. ¡Este tipo seducía con su sola manera de caminar!

6. Días de vino y rosas    

Se acercó a la mesa y ¡se sentó con nosotras!. Nos dio el menú, y me preguntó picaronamente si me atrevía a ponerme en sus  manos, que quería cocinar para mi. Yo solo pensaba, si si, me pongo enteramente en tus manos. Se sentó a cenar con nosotras. Me pasé la noche traduciendo a mi madre, que gracias a dios no habla ni papa de inglés y como tomamos Phnom Penh como base para las visitas de los alrededores, cada noche al regresar, íbamos a cenar al restaurante. Se convirtieron en cenas de al menos 3 horas diarias donde no parábamos de charlar y reír con el apuesto adonis que me había robado el corazón. Había mucha complicidad y mucha química entre ambos.

Todas las noches de esa semana, al cerrar el restaurante, nos perdíamos en su moto recorriendo Phnom Penh la nuit: íbamos a jugar al billar, a pasear por la romántica avenida junto al rio hasta altas horas de la noche. Y yo me dejaba llevar, encantada.

Era un tipo que aparte de atractivo, era muy jovial y se pasaba el día recitándome poemas en urdu antiguo que a mí me sonaban a música celestial y canturreando canciones de bollywood. Una en concreto que llevaba mi nombre. Cada mañana, cuando venía a despertarme con croissnats,  para llamarme, hincaba una la rodilla en el suelo de la calle frente al balcón de mi habitación y a pleno pulmón me gritaba: – ¡Maaarriiiaaaa ! (como si se tratara de una película italiana) Yo salía al balcón de la primera planta y no sé qué mejunje de emociones me embriagaban: alegría, vergüenza ajena, burbujas, tierra trágame, ¿de verdad me está pasando esto a mí?

Una noche me dijo que se estaba enamorando de mi a tal punto, que se arremangó y se había tatuado mi nombre en el brazo ¡!…my gosh, mi madre se había ido al wc y le dije que se lo tapara que mi madre iba a flipar. Esa cena fue la más desafiante de todas, Majid, que es como se llamaba, me preguntaba si le había dicho ya a mi madre que él se había enamorado de mi…y mi madre cuando me pedía que le tradujera, yo le decía: – “me pregunta si te gusta la comida”. Ella me contestaba, que estaba deliciosa y añadía, “y que guapo que es el condenado”. Yo traducía: – “la comida está deliciosa” (¡ mayday mayday!)

Esa noche me llevó a una especie de discoteca que tenia sala de cine y terraza restaurante, y como no, nos fuimos a la zona del cine que estaban proyectando una peli de amor de bollywood. Nos sentamos y al rato, paso su brazo por detrás de mí, pero sin tocarme, sujetando el asiento. Actuaba como un galán de esas pelis de Bollywood.  A mi me iba el corazón a mil. Me miraba con esos ojos penetrantes y cuando me sonreía yo seguía escuchando el “cling” “cling” que me desconcertaba. Esos espacios en las que solo me miraba, a mí me mataban de la vergüenza y empezaba a hablar de cualquier cosa. Después de varios intentos de crear esos espacios, lo vi sacudir el cabeza desesperado y me dijo: -“ Maria, you dont let me work, keep quiet, keep in silence” (leer con indian accent)

Y arruiné la noche por los nervios….

7. Solo te pido la luna

El día antes de marcharnos, me llevó a un restaurante super romántico frente al río y al acabar de cenar fuimos a pasear junto al rio, cuando me dijo: – “Maria … todos estos días no te has creído que me he enamorado profundamente de ti y me gustaría demostrártelo…y se cómo… pídeme lo que quieras.”

Yo le decía que no hacía falta, que le creía, pero empezó todo un juego de – “si venga, pídeme lo quieras”. Yo “que no”, el “que si”… y así nos tiramos 10 min hasta que le dije, “ok, pues si así lo quieres te pido ….la Luna”.  No pudo sonar más cursi (enajenación mental transitoria)

El me dijo: “¿seguro? Te doy la opción de cambiar, eso es muy fácil. You eurropeans arrre so easssy.”

Y así otros 10 min manteniendo ese juego de echar el pulso.

Y al final me dijo: “ ok si quieres la luna, yo te traeré la luna. Solo te pido que te pongas mirando al rio, y cierres los ojos hasta que regrese”. Lo vi alejarse cruzando al otro lado de la calle y desapareció entre la gente. Me envolvía un halo total de misterio, curiosidad, seducción.

Me giré mirando al rio esperándolo y al poco rato escuché su sensual voz por detrás.

– “Maria close your eyes”. Cerré los ojos y escuché un ruido metálico a mis pies. Se puso detrás de mi y me tapo suavemente los ojos con sus manos (a mí a esas alturas me temblaba todo el cuerpo). Se acercó a la altura de mi cuello y me susurro seductoramente: – “puedo darte cualquier cosa que me pidas porque el amor todo lo puede” . Fue retirando sus manos de mis ojos y miró hacia el suelo.

Había una gran palangana llena de agua que reflejaba la luna: – “Te entrego la luna, a tus pies. Del mismo modo que te entrego mi corazón “ … y por fin…me besó.

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