¡ Mamma mia !

Aventuras y desventuras con la madre que me parió

Índice

  1. ¡Mamma mia !
  2. El pais donde las piedras hablan. 59 años
  3. Zorba el griego 50 años
  4. Andele ándele. 55 años
  5. Motorizadas 66 años
  6. Desheradada. 84 años
  7. ¡Viva la madre que me parió. 90 años!

1Mamma mia !

Ay mi madre… ¡la madre que la parió!, si esa, me refiero a la madre que me parió a mí.

No sé ni por donde empezar a hablar de ella… Pues casi mejor que empiece por el principio.

Genio y figura, de momento hasta los 92 años que ya tiene.

Una vez en un ejercicio de dinámicas grupales, de esos que hacen para arreglar el árbol genealógico, me pidieron que dibujara como sería mi escudo familiar, y por el lado materno, lo primero que me venía a la mente, era un escudo tipo vikingo. Me lo imaginaba típicamente redondo, de madera. De esos con solera. Y en la superficie, había dibujado un enorme velero bergantín con 2 palos mayores de los que colgaban desplegadas, enormes y poderosas velas cuadradas, que le permitían surcar los mares en busca de aventuras.

En la popa había una escotilla abierta que daba acceso a la bodega, con barriles de exquisitos vinos y licores preparados para cualquier festín improvisado que se pudiera terciar.

Por detrás del escudo tenía que escribir adjetivos de cómo percibía ese lado de la familia y solo me salían palabras como: filibusteros, divertidos, joviales, tramposos, queridos…

Así que para los que no la conocéis, creo que os podréis ir haciendo una idea. Una mujer de órdago a la que todo el mundo quiere y muy divertida donde cualquier excusa es buena para celebrar la vida.

De hecho, alguna vez nos ha hecho saber que cuando muera, quiere que la incineren, pero no nos atrevemos porque más bien creemos que la flambearían…  

Hay que entender que ella nació en el 33, totalmente de otra generación… y ha sido siempre muy avanzada a su tiempo. Una gran viajera. La que me traspasó el gen wanderlust.

La gran diferencia que tenemos es que ella suele viajar en 5 estrellas y a mí me gusta más el pueblo llano. Aunque no le hago un feo al lujo de vez en cuando, para que nos vamos a engañar.

De jovencita, no nos llevábamos muy bien y pasábamos la mayor parte del tiempo discutiendo, hasta que un día descubrimos que, en los viajes, se generaba un espacio neutral, y ahí no solo hacíamos una tregua, si no que, nos lo pasábamos bomba juntas.

Hemos vivido infinidad de experiencias viajando y aquí solo os regalo unas cuantas de las que hemos vivido, las que considero más divertidas. Bon apetit

2. El país donde las piedras hablan. 59 años  

Uno de los primeros viajes que hicimos fue a Jordania allá por el año 92. Yo recién comenzaba con mi vida laboral en el mundo de los hoteles. Mi primer trabajo. Me hacía mucha ilusión, con mi recién estrenado sueldo, invitar a mi madre a un viaje, en agradecimiento a la vida viajera que ya me había proporcionado. Pero no me dejó.

Voy a por la anécdota, la cosa fue que una vez en Jordania, concretamente en la hermosa ciudad de Petra, una vez recorrido el serpenteante y estrecho desfiladero del Siq de 1 km, que te transporta en el tiempo en esa icónica estampa tan típica de la ciudad nabatea, decidimos ir andando hasta los templos que hay en la parte superior de la montaña, y que vienen precedidos de una buena caminata a pleno sol… y a mi madre, todo lo que es esfuerzo, como que no le va mucho. A los 5 minutos de caminar, ya resoplaba como una locomotora, y me dijo que ella me esperaba abajo, cuando vimos que, justo un poco más adelante en el camino, había un tenderete tipo carpa pegado a la pared que procuraba una agradable sombra, con una beduina, ya entrada en años, vendiendo souvenirs. La mujer Iba completamente tapada con una túnica negra que le cubría de pies a cabeza. Su ropa estaba bastante polvorienta y su sonrisa dejaba entrever que le faltaban la mitad de los dientes y los pocos que le quedaban, tenían un tinte color nicotina. Intuyó acertadamente que mi madre estaba cansada y le sacó un taburete indicándole que se sentara a su lado, bien pegaditas. Era una mujer muy sonriente y no paraba de tocarle la pierna a mi madre como un gesto de camaradería. Le sirvió un té en un vaso de dudoso aspecto, metió su mano por la abertura frontal de la túnica a la altura del pecho, y ahí buscaba y rebuscaba, hasta que sacó una especie de hojas grandes que resultaron ser la envoltura para un cigarro o más bien para un puro de esos grandes tipo cubanos. Continuó hurgando por su pechera, que asombrosamente contenía de todo. Lo rellenó entre varias cosas, de tabaco, lo enrolló se lo puso en boca y dando sonoras chupetadas, lo encendió… y sonriéndole a mi madre, se lo pasó invitándola a dar unas caladitas. Mi madre me miraba y me decía: – socorro no me dejes aquí sola… y yo me fui desternillándome de la risa mientras la oía maldiciéndome: – ¡traidora !

Después de la visita, donde entablé conversación con una simpática pareja de mediana edad, que habían visto la escena con la beduina, estaban intrigadísimos en saber el desenlace de la historia y decidieron bajar conmigo. No había señal de la beduina, ni del chiringuito, ni de mi madre.

Los señores parecían preocupados, pero les tranquilicé diciéndoles que seguro la encontraría en algún sitio fresco tomando cerveza. Ellos me dijeron que su guía les había comentado que en esa zona el alcohol estaba totalmente prohibido. Inocentes, habían infravalorado los poderes de mi madre ante la posibilidad de algo placentero y además prohibido.

 Y efectivamente, tal como imaginaba, después de dar un par de vueltas, me la encontré sentada bajo otra sombrilla tomándose una cervecita por la que posiblemente habría pagado gustosamente 3 veces su precio y totalmente justificado por ese fresquito pecado en pleno desierto..

3. Zorba el griego 50 años

Estando en Creta pasó, que por querer acortar la distancia y el tiempo en llegar a la población de Agia Pelagia, se me ocurrió tomar un sendero de tierra con el coche, por una ladera que por momentos empezó a pintar, digamos, con algo más de desnivel de lo deseado. Nos cruzamos con un señor con su burro que subía, y que nos miraba alucinado. Esa cara fue el detonante para que, ni corta ni perezosa, mi madre decidiera apearse allá mismo y bajar a pie los 3 km que faltaban hasta el pueblo. Miedo versus pereza a caminar… esta vez ganó miedo.

Alquilamos una habitación en una casa particular, propiedad de un apuesto griego. cada vez que veía su elegante caminar, me venia a la mente los primeros acordes de la canción de Zorba el Griego.

Al despertar por la mañana, la oía riéndose a lo lejos (y no habla ni papa de inglés) Al salir a ver qué pasaba, con cara de coqueteo, me presentó al anfitrión, y me empezó a relatar su vida con todo lujo de detalles, un piloto de helicóptero, viudo, con 3 hijos que bla bla bla… no entendía en que idioma se habían comunicado… al irnos, el apuesto galán, cortó una rosa del jardín y se la llevó hasta el coche despidiéndonos con una amplia y seductora sonrisa y deseándonos buen viaje. Mi madre, haciéndose la interesante me dijo: – De esto…ni una palabra a tu padre.

4. Andele ándele. 55 años 

Organicé una salida con mi madre, mi madrina y otra amiga de la misma edad todas: Unos 55. Les había preparado un itinerario por la maravillosa ruta maya, entrando por Guatemala finalizando por la guinda de Tikal y con un pequeño salto a Cancún para refrescarnos en sus bellas aguas turquesas.

Después de la visita a Tikal, no estaba previsto pasar por el hotel, si no que íbamos directamente al aeropuerto en dirección a Cancún.

En el desayuno las vi vestidas divinas de la muerte, shorts blanquitos, camisetas tipo marinerito con rayas azules y ¡¡ bambas victoria!!

Y les dije; – a ver chicas, que vamos a un centro arqueológico con el suelo de tierra y necesitáis algo con una suela un poco más robusta.

No me quisieron hacer ni caso, afirmando que ellas se quedarían en el caminito discretamente donde no se pudieran manchar.

A Mitad de visita, empezó a llover a cántaros, y todo el suelo se volvió un lodazal. Se quedaron empapadas, las bambitas victoria cubiertas de fango y les llegaba el barro hasta las orejas. Me señalaban con el dedo amenazante que ni se me ocurriera reírme.

Acabamos la visita y una vez en el aeropuerto con esas pintas, estaban reventadas y sucias, Solo deseaban llegar a Cancún a su hotelito 5*. La sala de espera era tan pequeña, que los pocos asientos que había ya estaban ocupados, así que decidieron sentarse en el suelo. Se sacaron los gorros protectores tipo guiri que adornaban sus cabezas y las dejaron boca arriba en el suelo.

Y ahí, empezó el espectáculo. Había un enorme grupo que se les oía que llevaban un cachondeo increíble. Se acercaron y nos empezaron a lanzar monedas y cigarros en los gorros. Acabamos todos riéndonos y poca broma, con unos 15$ en el bolsillo

Por la noche ya limpias, aseadas y divine de la muerte, nos fuimos a cenar a un restaurante llamado los Periquitos donde los camareros son actores y cuando te sacan el sufle, van vestidos de bomberos y te apagaban el fuego, con algo que espero no fuera un extintor.

Ahí nos encontramos de nuevo con todo el grupo del aeropuerto. Les guiñamos un ojo diciéndoles: – fijaros que bien invertidos los dineros  que nos habéis lanzado… y acabamos brindando con unos tequilas ¡wey !

5. Motorizadas. 66 años

Este es el viaje en que mi madre aprendió a ir en moto. Cuando aprendió a subirse, luego lo que costaba era que bajara. No le había visto disfrutar tanto de un logro, en la vida

Y la cosa empezó el día que estando en la pintoresca región norte de Sapa, decidimos hacer una excursión para visitar las tribus locales. Cuando acabamos de visitar la última aldea, había que desandar lo andado y mi madre, miraba el empinado camino de vuelta con cara de cansada y me aseguraba que ella, andando no volvía. Como por arte de magia, aparecieron 2 moto taxis de entre los árboles a los que pregunté si nos podían llevar de vuelta a la ciudad.

Mi madre dijo que no se pensaba subir en la moto.

La paré y le hice mirar hacia el largo camino de vuelta y después a la moto… y le di a escoger. – Estas son las 2 únicas posibilidades para volver al hotel. Con su 0 flexibilidad se pasó 15 min literalmente tratando de pasar la pierna por encima del asiento. Los motoristas se tronchaban de la risa hasta que al fin lo conseguimos… desde ese día pillamos motos a todos lados durante el viaje entero.

Empezamos a bajar por el país hasta que llegamos a una pequeña población en medio de la nada, Buon Ma Thuot, normalmente nos movíamos en tren en los tramos largos entre ciudades, pero aquí no había otra opción que ir en coche y contraté un coche con chofer para las 2, haciendo noche por el camino. Recorrimos la zona, fuimos a visitar una pequeña aldea donde nos invitaron a la casa del acalde que vivía en una cabaña, el chofer nos dijo que solían invitar a degustar el licor local hecho a base de arroz (era pura cazalla) y que debíamos tomarlo como muestra de respeto. Cuando nos sirvieron el licor con una amplia sonrisa, vimos que en el vasito de mi madre acababan de aterrizar 3 moscas, y se me quedó mirando: – son proteína, le dije. – y hay que honrar la invitación. Mirando hacia el cielo, se encomendó a los dioses, y se la bebió.

El chofer nos señaló que íbamos a dormir en ese pueblo que tenia 2 calles y no veía ninguna construcción parecida a un hotel. Nos llevaron a otra cabaña, un poco más grande que la casa del alcalde, un espacio diáfano que nos explicaron era el lugar de reunión de los vecinos, El débil suelo eran cañas atadas entre ellas. Había 2 esterillas de yoga tendidas en el suelo sin ninguna cama o siquiera algo parecido a un colchón, a la vista. Lo más lujoso pasó a ser una mosquitera que delimitaba el espacio de las esterillas. No había restaurante, así que nos vimos obligadas a hacer ayuno intermitente y al preguntar por el baño, sonriendo de nuevo señalaron hacia el bosque. No preguntéis más.

Yo me puse el pijama, pero ella se acostó vestida y calzada. Solo tumbarnos, el pueblo quedó totalmente en silencio y cuando no, a ratos se oían los sonidos que venían del bosque. Me miró y me dijo; – si nos viera tu padre…. Y creo que con el ataque de risa debimos despertar a más de un vecino,

Al día siguiente, al ir entando en coche en la ciudad de Dalat, vimos un enorme letrero de hotel 5 estrellas, se lo señaló al chofer, me miró y solo dijo – Innegociable.

La salida del país también fue a lo grande, desde Saigón, conseguí transporte por el Mekong para cruzar la frontera a Cambodia. Lo hicimos en una especie de barca patera en un tremendo viaje que duro 6 horas con la espalda apoyada sobre la mochila y unos cascos en las orejas para atenuar el tremendo ruido del motor…

6. Desheradada. 84 años   

Ya a sus 84 añitos, decidimos ir de Safari por Kenia y Tanzania y nos apuntamos a un viaje en camión 4×4 y en tiendas de campaña, de lujo, pero tiendas de campaña.

Aunqué podía caminar normalmente, para hacer el transito más rápido en el aeropuerto de Addis Abbeba, le solicité una silla de ruedas a la compañía aérea.

El resto del grupo venían de Madrid y los reconocí en el aeropuerto de tránsito por las camisetas de la agencia. No tuvo precio ver las caras que ponían viéndome arrastrar a una señora de 84 años en una silla de ruedas a toda castaña de una terminal a otra.

Mi madre, como siempre, se coronó como la reina del viaje y la anécdota mas divertida y eso que hubo muchas en este viaje, fue que en la última comida, en plena sabana, instalaron la mesa como siempre dispuesta de manera que pudiéramos ver si venían leones u otras bestias.

La guía, nos dijo que después del postre nos haría una última foto de grupo.

Estábamos todos sentados posando y de repente apareció el cocinero que salió de detrás del camión gritando a pleno pulmón y como alma que pilla el diablo: Lion Lion Lion !!

Lo tengo todo grabado, salimos todos despavoridos y saltando por encima de las sillas hacia el camión. Fui tan rápida que subí la segunda. Una vez arriba, un chico vasco dijo: – ¿y tu madre? Y la vimos levantándose lentamente. Yo buscando por la ventana al león mientras disimulaba porque no pensaba bajar, cagadita de miedo que estaba… y el tipo, valiente donde los haya bajó a ayudarla. Cuando subió, la guía, nos dijo que todo era una broma y que mi madre estaba previamente avisada para no infartarla.

Al subir, me miró y me dijo: – ya veo como has bajado a ayudar a tu anciana madre.

A lo que le contesté: – Imagina volver a casa y decir que a la abuela se la comió un león en pleno safari en Tanzania. Eso es salir por la puerta grande con una muerte de lo más digna de recordar y para prestigio familiar

… y me desheredó, con todo el grupo como testigos.

7. ¡Viva la madre que me parió. 90 años!

Pues hasta aquí estas divertidas anécdotas en las que se puede ver que mi madre, realmente, se apunta a un bombardeo.

Nuestra última aventura, de largo recorrido, fue a los 90. Cuando me la llevé a Dubai, las 3 generaciones de viajeras, para ahí sellar y celebrar, con todo lujo, nuestras grandes aventuras viajeras vividas.

¡Viva la madre que me parió !.

8 respuestas

  1. Me encanta el estilo de escritura, divertido, cariñoso, emocional y respetuoso.

    Una historia asombrosa!!

  2. Me parece envidiable vuestro rollo, que genial!!! pero también te digo, que eres digna hija de tu madre😂😂

  3. De tal palo… He disfrutado mucho la lectura (risas incluidas lo cual es de agradecer) y los recuerdos de tu madre; toda una person!!!

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